lunes, 15 de marzo de 2010

El Galeón San Jerónimo (Corcubión, 1987)

Fué un 28 de Octubre de 1596. Una vez superada la negativa experiencia de la que se dió en llamar la "Armada Invencible", una nueva Armada de Felipe II está preparada para dar cumplida respuesta al saqueo de Cádiz ese mismo año por una flota anglo-holandesa, así como a otros actos de acoso y pirateria en nuestras costas y posesiones de ultramar.
Esta nueva Armada se inicia con la adhesión de navios de las flotas de Cádiz y Portugal, que se dirigen hacia Ferrol donde les espera la flota de Martín Padilla que engrosaría así la Armada hasta conseguir la cifra de 175 embarcaciones grandes además de otras más pequeñas.

Monumento al "Galeón San Jerónimo" (Corcubión-La Coruña)

Pero de nuevo el destino se volvió contra ellos en forma de temporal. Trás abandonar Viana do Castelo en Portugal, el tiempo empeora y la flota empieza a tener dificultades para mantenerse agrupada. Ya en las inmediaciones de Cabo Finisterre, en pleno corazón de la Costa de la Muerte, una gran tempestad disuelve la formación y empuja a los barcos hacia las rompientes naufragando una treintena de ellos y poerdiéndose además la vida de unas 2000 personas.
Conocida la trágica noticia, se dan las órdenes oportunas para reagrupar la Flota y juntar a los supervivientes que deambulaban sin rumbo por las tierras de interior. También se hace lo que se puede para recuperar las pertenencias de los barcos nafragados.
En 1986, casi 400 años después de ese fatídico día,  militares de la Armada de Ferrol tienen conocimiento a través de pescadores de Finisterre de la aparición de un cañón antiguo en las proximidades de Cabo Cee (La Coruña). Realizan entonces unos trabajos de recuperación de restos que serán depositados en el Museo de la Armada de Ferrol..

El Dr. Manuel Martín Bueno, director de la campaña arqueológica.

Investigadores gallegos y organismos de la Comunidad Autónoma de Galicia, con la destacada figura de Rafael Mejuto (fallecido durante los preparativos previos) identifican el pecio como el Galeón San Jerónimo y proponen una campaña de recuperación cuyo proyecto será elaborado y dilrigido por arqueólogos de la Universidad de Zaragoa bajo la dirección del renombrado arqueólogo submarino el Dr.Manuel Martín Bueno.
Como parte del operativo, los arqueólogos contratan a una empresa de actividades subacuáticas (C.I.S) de la que era socio por aquel entonces,  y que desempeñaríamos las funciones de apoyo técnico así como la toma de fotografías submarinas.



Excavando con "chuponas" el lecho arenoso

Estamos en pleno mes de agosto de 1987, entre Cabo Cee y Cabo Finisterre, en las proximidades de un promontorio con el sugerente nombre de "A Punta do Diñeiro" (La Punta del Dinero), en un fondo poco profundo y tapizado casi en su totalidad por grandes algas pardas, lo que por aqui llamamos "golfos" (Saccorhyza polyschides y Laminaria ochroleuca), por lo que las primeras acciones van encaminadas a despejar la zona de estas incómodas algas para que los arqueólogos puedan tener los restos a la vista y así comenzar su etiquetado. Al tratarse de una zona tan expuesta y poco profunda apenas queda rastro del maderamen del barco, aunque si se encuentran restos que por su estado de "carbonización" inducen a pensar que pertenecían al pecio.
Asimismo hay muchas bolas de cañón, la mayoría de hierro, fuertemente afectadas por la corrosión y cementadas unas con otras, aunque también hay algunas de piedra, estas últimas tan redondas que podría dar la impresión de que acababan de salir de la cantera el día anterior.


Bolas de cañón con concreciones de monedas.


Sin embargo lo más llamativo del pecio fue la ingente cantidad de monedas de plata y algunas de cobre que se encontraron que se emplearían para pagar a los soldados participantes en la contienda. Al estar concrecionadas y cementadas por otros materiales su recuperación fué dificultosa.
También se recuperó un anillo de oro con las inscripciones "JHS", lo que hizo suponer a los arqueólogos que podría pertenecer al capellán del barco.
Otros restos fueron alguna moneda de oro, abundante munición de plomo, una campanilla, una cruz, un compás, y un ancla de dos metros de longitud.
Los arqueólogos excavaron asimismo la zona de arena próxima a la roca, descubriendo más restos del barco.
                                                                
La campaña terminó con la realización de inmersiones de prospección en zonas limítrofes, así como en otras susceptibles  de contener yacimientos arqueológicos, pero sin resultados positivos.




             Bola de cañón de piedra

Bola de hierro y moneda incrustada.


Bibliografía: Manuel Martín Bueno et al. 1989. "Atopamo-la historia"
Por Javier Santiago, Marzo 2010.

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