sábado, 26 de junio de 2010

De prácticas en el Eucalipto

Este invierno ha sido particularmente duro en Galicia. Las malas condiciones meteorológicas y las cada vez más grandes obligaciones familiares apenas nos han permitido salir de cuevas. Por lo tanto, las ganas de "colgarnos"...(de las cuerdas, se entiende)...(no por el cuello, se sobreentiende)...nos lleva a hacer planes: quizás la Sierra del Caurel, o la Sierra Enciña da Lastra, puede que Mondoñedo, o más lejos a  León o Asturias. Por el momento no disponemos de tanto tiempo, por lo que tenemos que buscar una solución más inmediata que nos quite el óxido acumulado, por lo que decidimos ir a un viejo y querido amigo: el Eucalipto.
Sí, el Eucalipto, un hermoso y esbelto  ejemplar que con sus treinta metros de altura y abundante ramificación se convierte una vez más  en nuestra escuela de prácticas.

Emilio en un descenso
Salgo andando de casa, con la saca, cuerdas, mosquetones y demás parafernalia bajo el brazo.Saludo de camino a algún que otro vecino, y a unos apenas  50 metros ahí está, constituido en un singular elemento de nuestro paisaje.

Arriba ya se notaba la oscilación del tronco por el viento.
  Mientras voy ascendiendo para colocar las cuerdas, recuerdo alguna de las anécdotas que este eucalipto guarda en su memoria, desde un incendio  que hizo que una ignota y modesta urbanización ocupara primeras planos en los telediarios ( y del que salvó su vida milagrosamente), hasta la vez que estuvimos siendo vigilados por un coche patrulla de la Guardia Civil que,  alertada por la oleada de incendios que había en Galicia,  no se fiaba demasiado de los "pollos" que estaban allí colgados; y qué decir de cuando me quede bloqueado en la copa  en una complicada posición , y de la que salí airoso aún no sé hoy cómo; o aquella vez que a un vecino casí le dá un infarto a la una y media de la madrugada , al ver salir de entre la maleza a unos extraños alienígenas con unos cascos con luz sobre sus cabezas.

Javier Cebrián en acción.
Absorto en mis pensamientos escucho abajo el saludo de mis compañeros, Emilio del Río y Javier Cebrián. Les digo que hay dos cuerdas libres, una "en volado" prácticamente en todo su recorrido, y otra con 4 fraccionamientos, hechos aprovechando las magníficas ramificaciones de este coloso vegetal. Al rato ya nos encontramos todos arriba,  pendulando ligeramente en la copa a consecuencia del fuerte viento. Desde las alturas hablamos de lo que vamos a hacer: subir, bajar, pasar fraccionamientos, técnicas de fortuna, ....todo dependerá del tiempo de que dispongamos. Algún vecino se para a mirar  extrañado para nosotros;  otro que ya nos conoce entabla una conversación del tipo de "a grito pelado"; si pasa alguna de nuestras mujeres con los niños nos recuerda que no nos olvidemos de ir a comprar el pollo y las naranjas; hoy incluso hay un individuo, al que no conocemos,  que se para a hacernos fotografías. Toda una vidilla en torno al eucalipto, como muy familiar y cotidiana.


Emilio en distintos momentos.
Después de estar practicando toda la tarde y con los músculos ya algo cansados de tanto ascenso y descenso, decidimos dar por terminada la jornada.

Yo mismo bajando.
Como tenemos pensado venir varias veces a lo largo del mes, dejamos instalada una cuerda que baja desde la copa,  así como los distintos anclajes que hay por las ramas (por descontado,  a una altura prudencial del suelo para evitar  un posible expolio,o que algún que otro aventurero quiera medir sus cualidades trepadoras). Así, en  en días sucesivos,nos será mucho más rápido y sencillo instalar de nuevo todas las cuerdas.
Emilio y yo nos vamos de nuevo andando para nuestras casas, y con Javi Cebrián,  que vive algo más lejos ,quedamos de enviarnos un correo para vernos  una próxima vez.

Las abundantes ramas permiten hacer múltiples fraccionamientos y volados.

Por Javier Santiago..  26 de Junio de 2010.
Fotografías: Javier Santiago y Emilio del Rio.

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