Gracias a unas células especiales, puede presentar bonitas iridiscencias sobre su cuerpo
El chopo, sepia o jibia, es un cefalópodo que vemos con frecuencia durante nuestras inmersiones, habitualmente asociado a fondos blandos (arena, cascajo o fango), aunque a veces también se le ve de caza o reposando sobre las rocas. Puede llegar hasta los 200 metros de profundidad.
Para descubrirlo posado en el fondo, previamente hay que entrenar la vista, pués posee unas células especiales llamadas cromatóforos, que le permite adoptar el color del fondo en que se encuentra; además, si se ha cubierto el cuerpo de arena, apenas seremos capaces de identificar un par de ojos asomando al exterior.
El ojo de la sepia es de una belleza extraordinaria. Gozan de excelente visión, aunque sólo son capaces de ver en blanco y negro.
La capacidad de cambiar de color la usa también cuando se siente amenazado, o cuando quiere confundir a un depredador, y en época reproductora el macho es capaz de exhibir todo un despliegue de señales visuales en su cuerpo para atraer a la hembra.
Se "deja" fotografiiar con f acilidad, seguramente confiado en su perfecto sistema de camuflaje, pero si nos acercamos demasiado, es posible que salga de repente a toda velocidad y de paso nos descargue un chorro de tinta para confundirnos.
De distribución atlántica (Mar Báltico, Europa Occidental, Norte de Africa) y mediterránea, se alimenta principalmente de crustáceos y peces, a los que captura eficazmente con un par de tentáculos especializados.
Su ciclo vital dura dos años, y en las rías gallegas se reproduce sobre todo en primaver y verano, época en la que se acercan a la costa para desovar. De hecho es frecuente encontrar sus huevos negros y globosos adheridos a algas como la Zostera sp., a grogonias, o restos de ramas caidas, cuando no a cuerdas u otros objetos similares.Javier Santiago, Diciembre 2009
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